Quiero desplegar las alas y la voz en esta jornada
cabalgada por tu nombre, ya sabes,
que es todos los nombres.
Quiero tu silueta a través de un paisaje
de luminosa negrura
y quiero tu mirada que invita a lo profundo y la memoria,
quiero que me defiendas de la herrumbre de las viejas armas
y los odios inmortales.
Quiero tu venida
y deposito junto a mi puerta un cuenco leve de agua pura,
como una ofrenda para cualquier sediento.
Quiero cogerte de las manos
y liberar a los pobres animalillos encadenados con corbatas
a la humedad de los edificios de oficinas.
Quiero entrar en ti, comprender, quedarme mudo y asombrado de lo fugaz,
como quien se hace gigante recostándose sobre una bahía tranquila.
Quiero ser mejor de lo que soy,
hacerte camino y volver a mí,
ser una plaza llena de gente y aire,
volver a inaugurar cualquier mañana brillante y limpia de abril
un monumento a tu risa y tus pechos.
Quiero llenarnos de nosotros,
acariciarte y desgastarnos antes de que todos los verbos se vuelvan intransitivos.
Quiero serte y que me seas.
Quiero tu nombre, ya sabes,
que es todos los nombres.