—Muy buenas noches. Parece que conducía usted pisando constantemente la línea continua. ¿Se encuentra bien?
—Furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso...
—Apunta, Fernández, positivo de Lopina.
—Oiga, que está usted hablando con un agente de la autoridad.
—Perdí el respeto a ley severa.
—Vaya nochecita... Apunta otro, Fernández, éste viene hasta las cejas de Quevedina.
—Baje del coche, así no puede seguir. Esta noche se queda en tierra.
—En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
—Gensanta, Fernández, qué noche... y éste encima le ha pegado también a la Gongorina.
—Venga, acabamos el turno. No me tengo en pie. Por Dios qué sueño...
—Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.
—¿Tú también, Fernández? ¡Coño, que vivo sin vivir en mí!