11/12/15

Helena, Ander, Dani y el dragón (cuento)

A Helena no le gustaba nada irse a dormir.
Se ponía de mal humor cada vez que oía a su padre la misma frase de todas las noches:
—Venga, pequeñaja, a dormir.
Porque ella no tenía sueño nunca. Bueno, casi nunca, que una vez en Nochebuena sí que le entró sueño cuando la dejaron quedarse despierta hasta muy tarde. Y, además, ya no era tan pequeña. Había cumplido ocho años la semana pasada.
Lo único bueno de meterse en la cama era que llegaba la hora del cuento. Le gustaban mucho los cuentos de los libros que le regalaban pero, sobre todo, le gustaban los que se inventaban sus padres algunas veces.
Los cuentos de dragones le daban un poco de miedo y, cuando tocaba uno de esos, se subía las sábanas y la manta a la altura de la nariz y se quedaba muy quieta hasta que se dormía.