
Para no sentir el dolor
que deja el camino en los pies
y harto de coleccionar
amargos suspiros,
el hombre miraba al cielo.
Largas fatigas,
barbechos inflados;
huye de quien
con él siempre va,
el hombre miraba al cielo.
Por los campos
abrazados a la tarde
y sin saber todavía
muy bien por qué,
el hombre nos mira.




