En medio del horror ante tanta muerte, mientras el miedo repta viscoso a la altura de las rodillas, uno piensa si ha hecho bien en traer dos criaturas al mundo...
Y entonces recuerdo un poema que escribí hace ya algunos años:
Nosotros te hemos llamado, hijo,
de lo profundo del tiempo
a la luz, al dolor,
a un mundo loco.
Verás almas sucias,
el aire endurecido verás,
miradas sinceras,
soles naciendo y muriendo,
caricias, puertas abiertas,
las marejadas del Cantábrico,
todo eso y más... prepárate.
Nosotros te hemos llamado, hijo,
de lo profundo de nosotros
para algo sencillo:
amarte con furia.